miércoles, 27 de abril de 2011

Superó sus limitaciones fisicas y da ejemplo del valor tan grande que tiene la vida.

Sé que te va a poner a pensar...

FRAGMENTO DEL LIBRO: ETICA PARA AMADOR

Principio básico de la vida buena, como ya hemos visto, es tratar a las personas como a personas, es decir: ser capaces de ponernos en el lugar de nuestros semejantes y de relativizar nuestros intereses para armonizarlos con los suyos.

Si prefieres decirlo de otro modo, se trata de aprender a considerar los intereses del otro como si fuesen tuyos y los tuyos como si fuesen de otro. A esta virtud se le llama justicia y no puede haber régimen político decente que no pretenda, por medio de leyes e instituciones, fomentar la justicia entre los miembros de la sociedad. La única razón para limitar la libertad de los individuos cuando sea indispensable hacerlo es impedir, incluso por la fuerza si no hubiera otra manera, que traten a sus semejantes como si no lo fueran, o sea que los traten como a juguetes, a bestias de carga, a simples herramientas, a seres inferiores, etc.

A la condición que puede exigir cada humano de ser tratado como semejante a los demás, sea cual fuere su sexo, color de piel, ideas o gustos, etc., se le llama dignidad. Y fíjate qué curioso: aunque la dignidad es lo que tenemos todos los humanos en común, es precisamente lo que sirve para reconocer a cada cual como único e irrepetible. Las cosas pueden ser «cambiadas» unas por otras, se las puede «sustituir» por otras parecidas o mejores, en una palabra: tienen su «precio» (el dinero suele servir para facilitar estos intercambios, midiéndolas todas por un mismo rasero).

Dejemos de lado por el momento que ciertas «cosas» estén tan vinculadas a las condiciones de la existencia humana que resulten insustituibles y por lo tanto «que no puedan ser compradas ni por todo el oro del mundo», como pasa con ciertas obras de arte o ciertos aspectos de la naturaleza. Pues bien, todo ser humano tiene dignidad y no precio, es decir, no puede ser sustituido ni se le debe maltratar con el fin de beneficiar a otro.

Cuando digo que no puede ser sustituido, no me refiero a la función que realiza (un carpintero puede sustituir en su trabajo a otro carpintero) sino a su personalidad propia, a lo que verdaderamente es; cuando hablo de «maltratar» quiero decir que, ni siquiera si se le castiga de acuerdo a la ley o se le tiene políticamente como enemigo, deja de ser acreedor a unos miramientos y a un respeto. Hasta en la guerra, que es el mayor fracaso del intento de «buena vida» en común de los hombres, hay comportamientos que suponen un crimen mayor que el propio crimen organizado que la guerra representa.

Es la dignidad humana lo que nos hace a todos semejantes justamente porque certifica que cada cual es único, no intercambiable y con los mismos derechos al reconocimiento social que cualquier otro.

Fernando Savater

martes, 26 de abril de 2011

El dilema de Heinz

En Europa hay una mujer que padece un tipo especial de cáncer y va a morir pronto. Existe un medicamento con el que los médicos piensan que se puede salvar. Es una forma de radio que un farmacéutico, precisamente de la misma ciudad, acaba de descubrir.

La droga es costosa, pero el farmacéutico está cobrando diez veces más de lo que le costó fabricarla. El pagó $200 dólares por el radio y está cobrando $2.000 dólares por una pequeña dosis del medicamento. El esposo de la mujer enferma, Heinz, acude a todo el mundo que conoce para que le presten el dinero, pero sólo consigue reunir unos $1.000 dólares, es decir, la mitad de lo que le cuesta la droga.

Le explica al farmacéutico que su mujer se está muriendo y le pide que le venda el medicamento más barato o que le permita pagarlo más tarde. El farmacéutico le responde: "No, yo descubrí la droga y tengo derecho a sacar una ganancia de ella". Heinz, desesperado, piensa en atracar el establecimiento y robar la droga para su mujer.

1.     ¿Debe Heinz robar la medicina? ¿Por qué sí o por qué no?

2.     ¿Si Heinz no ama a su esposa?, ¿debe robar la droga para ella? ¿Por qué sí o por qué no?

3.     Suponiendo que la persona que se muere no sea su mujer, sino un extraño, ¿debe Heinz robar la medicina para un extraño? ¿Por qué sí o por qué no?

4.     Si Ud. está a favor de robar el medicamento para un extraño, supongamos que se trata de un animal al que Heinz quiere mucho, ¿debe Heinz robar la medicina para salvar al animal? ¿Por qué sí o por qué no?

5.     Si está a favor de robar el medicamento para cualquier persona, ¿debe la gente hacer lo que pueda por salvar la vida de los demás?

6.     Va contra la ley que Heinz robe. ¿Robarse la droga hace a Heinz moralmente malo? ¿Por qué sí o por qué no?

7.     De todos modos, ¿debe la gente procurar hacer todo lo que pueda por evitar ir contra la ley? ¿Por qué sí o por qué no?

UNA LECTURA PARA QUE REFLEXIONES SOBRE LAS VIRTUDES DE LOS SABIOS

Diógenes de Sínope (c. 412 a.C.-323 a.C.)

Filósofo griego, considerado en general como el fundador de los cínicos, una escuela de filosofía clásica. Nacido en Sínope, estudió en Atenas, donde fue discípulo del filósofo Antístenes, que enseñaba no respetar las convenciones sociales y evitar los placeres. Diógenes se sumió en una vida de austeridad y mortificación. Vestía ropas toscas, comía alimentos sencillos y dormía en las calles o bajo pórticos. Su vida excéntrica, sin embargo, no le hizo perder el respeto de los atenienses, que admiraron su desprecio de las comodidades.

Diógenes, se encontró con Alejandro Magno cuando este se dirigía a la India. Era una mañana de invierno, soplaba el viento y Diógenes descansaba a la orilla del río, sobre la arena, tomando el sol desnudo... Era un hombre hermoso. Alejandro no podría creer la belleza y gracia del hombre que veía.
Estaba maravillado y dijo:
“Señor...” - jamás había llamado “señor” a nadie en su vida- “...señor, me ha impresionado inmensamente. Me gustaría hacer algo por usted. ¿Hay algo que pueda hacer?”
Diógenes dijo: “Muévete un poco hacia un lado porque me estás tapando el sol, esto es todo. No necesito nada más.”
Alejandro contestó: “Si tengo una nueva oportunidad de regresar a la tierra, le pediré a Dios que no me convierta en Alejandro de nuevo, sino que me convierta en Diógenes”.
Diógenes rió y dijo: “¿Quién te impide serlo ahora? ¿Adónde vas? Durante meses he visto pasar ejércitos ¿Adónde van, para qué?”.
Dijo Alejandro: “Voy a la India a conquistar el mundo entero”.
“¿Y después qué vas a hacer?”, preguntó Diógenes.
Alejandro dijo: “Después voy a descansar”.
Diógenes se rió de nuevo y dijo: “Estás loco. Yo estoy descansando ahora. No he conquistado el mundo y no veo qué necesidad hay de hacerlo. Si al final quieres descansar y relajarte ¿Por qué no lo haces ahora? Y te digo: Si no descansas ahora, nunca lo harás. Morirás. Todo el mundo se muere en medio del camino, en medio del viaje”. Alejandro se lo agradeció y le dijo que lo recordaría, pero que ahora no podía detenerse. Alejandro cumplió su destino de conquistador, pero no le dio tiempo a descansar antes de morir.
http://paboni.obolog.com/anecdotas-diogenes-sinope-211880

La amistad: un viejo dilema

Juanita y María estudian juntas en el colegio y desde hace varios años son muy amigas. Deciden irse de compras al almacén de don José Rivas, uno de los más antiguos del pueblo. Allí venden sacos, faldas y toda clase de artículos traídos de la capital. Don José es muy buena persona y permite que la gente se pruebe lo que va a comprar.
Mientras María ensaya unos pares de zapatos que le han gustado, Juanita escoge varios sacos y camisas para medírselos dentro del cuarto de vestir. María queda descontenta con sus zapatos y le pide a don José que le traiga otros pares.
Mientras se ensaya uno y otro par, nota asombrada que su amiga Juanita ha salido a toda prisa del almacén, sin ni siquiera mirarla. ¿Qué le pasará a Juanita, se habrá llevado algo?

No tiene tiempo de contestarse su pregunta, cuando, para su sorpresa, aparece el señor Rivas acompañado de un policía y, tomándola del brazo con mucha fuerza, le dice: "ustedes son unas ladronas!" "Ya estoy harto de que me roben!"

María no comprende qué es lo que pasa. El policía le dice: "mire señorita. A Ud. me la llevo a la comisaría para abrirle un historial. Ud y su amiga, como muchos otros jóvenes hacen su agosto en el almacén del señor Rivas. Su amiga se acaba de robar una blusa y un saco que se dejó puestos debajo del abrigo. Si Ud. no la delata y nos dice quién es ella y dónde la encontramos, la metemos a Ud. en la cárcel. De todas maneras Ud. es su cómplice!


¿Qué debe hacer María?





DOCUMENTO OBTENIDO DE:

MEN, Dirección de Calidad de la Educación Preescolar, Básica y Media. Taller de Competencias Ciudadanas